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Banca libre en el Perú
Enrique Ghersi

Junio 1991


LIMA (AIPE).- La promulgación de la nueva ley de bancos, financieras y seguros en el Perú, ha puesto punto final en uno de los enfrentamientos políticos que más ácidamente dividieron al país en los últimos años.

Como se recordará, en 1987 el gobierno del ex presidente Alan García dispuso la estatización del sistema financiero peruano. Contrariamente a lo que pudo esperarse, la reacción popular fue de absoluto rechazo. Un vigoroso y espontáneo movimiento popular dejó en ascuas al presidente García Pérez.

Muy pronto el movimiento de rechazo encontró un líder en Mario Vargas Llosa, el renombrado novelista que, de la noche a la mañana, fue catapultado al primer plano político del país.

El segundo "round" de esta batalla ocurrió cuando Vargas Llosa, dignificado por su resistencia cívica a la estatización de los bancos, aceptó postular a la presidencia de la república, liderizando una coalición de partidos denominada Frente Democrático o FREDEMO.

Alan García, a estas alturas, había decidido cobrar su revancha. Estaba convencido de que Vargas Llosa había arruinado su presidencia. Quería vengarse a toda costa. Una campaña de nauseabunda desinformación golpeó inmisericorde a Vargas Llosa, al extremo de provocar una confusión de tal magnitud que un perfecto desconocido, como Alberto Fujimori, aprovechó para erigirse finalmente, con los votos del APRA -partido de Alan García y Haya de la Torre- y de la izquierda marxista, en presidente constitucional del Perú.

Desde este momento, sin embargo, el presidente Fujimori no deja de ser una sorpresa permanente. Ganó las elecciones con fraseología de izquierda y gobierna ahora tomando prestadas algunas ideas liberales de Vargas Llosa.

Luego de un comienzo vacilante, con seis meses perdidos por la irresponsable gestión de su ex primer Presidente del Consejo de Ministros, Juan Carlos Hurtado Miller, el gobierno de Fujimori ha entrado de lleno en la senda de la reforma. En el terreno internacional, empezó un importante proceso de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, de primera intención con el propósito de romper el aislamiento financiero en que Alan García dejó recluido al Perú. La "reinserción", como ha llamado la prensa peruana a este proceso, se convirtió así en una nueva meta nacional: las puertas abiertas al mundo.

En este contexto, el nuevo gobierno peruano se propuso derogar las leyes estatizadores formalmente vigentes desde los tiempos de García y promulgar una nueva ley bancaria y de seguros.

Conseguido lo primero en el Congreso, Fujimori obtuvo facultades legislativas extraordinarias para legislar sobre el sistema financiero. En el Perú esta facultad existe constitucionalmente, y por un plazo determinado y en relación con una materia específica el Parlamento puede delegar potestad legislativa al Ejecutivo. El decreto legislativo número 637, recientemente promulgado satisfizo tales propósitos y más.

En efecto, la nueva ley de bancos peruana es realmente una norma de avanzada. Desregula notablemente la actividad, declara libre la apertura de sucursales de bancos y seguros extranjeros, libra las tasas de interés y reduce el asfixiante control del Banco de Reserva sobre la actividad.

Asimismo, la nueva legislación reduce los procedimiento judiciales para los cobros de deudas bancarias, introduce nuevos instrumentos de crédito como las letras hipotecarias y permite que personas no domiciliadas en el país se desempeñen como miembros de los directorios de las empresas financieras.

Por consiguiente, se espera un importante incremento de la intermediación financiera y los seguros en el Perú, después de los años de oscuro y corrupto aislamiento impuesto por Alan García.

La paradoja es que somos finalmente un país de extremos. De la estatización a la desregulación en menos de cuatro años. Una historia pendular que ojalá nunca más se repita.

_____* Diputado por Lima, escritor y abogado.

 

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